Sabemos que la inteligencia y la cognición —los fundamentos del conocimiento— pueden existir en muchas más formas de las que se creía.

Además del árbol ramificado, también podríamos imaginar la inteligencia de enjambre de insectos o aves, el intercambio subterráneo de información de la «red mundial de la madera» o los mohos mucilaginosos que utilizan técnicas similares al aprendizaje automático para resolver laberintos.

El conocimiento, además, ya no está limitado a repositorios singulares como libros, discos duros o cerebros, sino que se crea y comparte cada vez más en redes tecnológicas, y a menudo flota sin forma en la nube.

Entonces, ¿cómo se ve el futuro del conocimiento? En este número, abordamos esta pregunta.

Examinamos los límites de la predicción, abogamos por el regreso del erudito y exploramos el futuro del aprendizaje y las ecologías de conocimiento híbridas entre humanos y máquinas.

Analizamos el papel de la narración, junto con la ciencia, para lograr un mundo más alfabetizado para el futuro. Rastreamos la historia (y el futuro) de la “estupidez” (o más bien: las advertencias sobre el deterioro cognitivo), exploramos lo que sucede cuando la tecnología refleja cada vez más la biología y defendemos por qué los aspectos mundanos de la vida cotidiana contienen una clave faltante para comprender el mañana.