Una sensación de crisis y decadencia se cierne sobre Europa. Se refleja en los libros blancos de la Comisión, los informes de los think tanks, los discursos políticos, las encuestas de opinión y los titulares de los medios de comunicación.

Las fuentes que alimentan esta percepción de crisis son numerosas: existe un declive demográfico, y se prevé que la población europea comience a disminuir en 2026. Esto se asocia a un declive económico, con un crecimiento estancado en la mayor parte del continente y con una reducción anual de la participación europea en el PIB mundial.

La competitividad de Europa también se tambalea, y se está quedando notablemente rezagada en el desarrollo de tecnologías críticas en comparación con Estados Unidos y China.

Hay una guerra a gran escala en el continente, que ya lleva cuatro años, y Estados Unidos parece decidido a cambiar la larga alianza transatlántica por una de naturaleza más transaccional.

Visto desde esta perspectiva, un escenario de recesión puede parecer el destino ineludible de Europa.

Este número va más allá de las crisis actuales para visualizar el futuro de Europa. ¿Qué nos deparará la próxima década y qué efectos secundarios o de tercer orden se derivan de las decisiones actuales?